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Los Navíos
Navíos de Hélice
Navíos de Hélice
Desde tiempos inmemoriales, la navegación es a la vez pasión y necesidad útil para el ser humano . Incluso podríamos catalogarla como una forma de vida por todo lo que nos proporciona. El hombre ha empleado los barcas desde hace miles de años por todo clase de motivos, siendo el más común y seguramente el primero de ellos el de conseguir un medio de transporte en el agua.
Lo cierto es que el mar siempre nos ha fascinado y a los humanos no les han faltado motivos para adentrarse en los océanos más profundos . La pesca y la búsqueda de alimentos propiciaron, junto con el progreso tecnológico , la construcción de elementos con los que poder flotar en el agua a partir de abundantes materiales.
La fuerza eólica sería la encargada de impulsar el barco, y el timón de dirigirlo. A partir de la creación de estos dos pilares, el hombre fue introduciendo mejoras a las naves a lo largo del tiempo, que aumentaron los usos de las mismas.
Además de como medio de transporte y de vía para la pesca, los navíos descubrieron nuevas tierra s, se convirtieron durante un tiempo en el único medio de comunicación entre continentes , fueron partícipes de múltiples guerras y batallas y sirvieron de impulso para el comercio .
¿Cuál fue entonces el primer barco del mundo? ¿Quién lo construyó y cuándo? Son preguntas que seguramente nos habremos formulado en ocasiones y que sus respuestas nos trasladarían a una parte fundamental en la historia marítima y universal.
Hasta el primer barco de vapor de la historia , el hombre ya había utilizado carracas (navíos de gran tamaño para el transporte de grandes cargas); carabelas (embarcaciones a vela más pequeñas pero de superiores condiciones para navegar) y galeones (derivación de la carraca pero con la velocidad de una carabela), pero la primera embarcación del mundo propulsada por maquinaria a vapor no vería la luz hasta comienzos del siglo XIX.

1827. la hélice revoluciona la navegación
El austríaco Josef Ressel ideó la primera hélice de tornillo para propulsar barcos de vapor, aunque el mérito de la invención se atribuyó a inventores ingleses posteriores
¿Quién fue el inventor del barco de vapor?
El inventor y fabricante de relojes John Fitch llevó a cabo el primer prototipo de barco de vapor en Estados Unidos , cuando en 1787 hizo navegar dicho navío por el río Delaware. Pero el desarrollo y la comercialización de las embarcaciones a vapor llegarían por parte del ingeniero e inventor estadounidense Robert Fulton , quien llevaría a cabo la construcción del primer barco de vapor de la historia . Interesado desde niño por la navegación y la máquina de vapor, logró construir ya en 1800 una embarcación probando con la resistencia al agua de diferentes quillas de barcos.
El primer intento no fructificó y el prototipo terminó hundiéndose. En cambio, sí lo conseguiría a la segunda, cuando reconstruyó el primer buque y fortaleció el armazón.
Tras realizar algunos experimentos y mantener contactos con personalidades como James Watt (que mejoró la máquina de vapor) y William Murdoch, Fulton pudo terminar de fabricar el primer barco de vapor a paletas. Éste sería también el primero que tuvo éxito a nivel comercial.

¿Cuándo se construyó el primer barco?
Con 20 metros de eslora y una velocidad que alcanzaba entre 5 y 9 km/hora según la corriente, el primer intento de embarcación a vapor de Fulton navegó por primera vez en el río Sena .
El barco fue propulsado por una rueda con paletas a través de una maquinaria a vapor. .
Unos años más tarde, en 1807 , terminaría de construir en Estados Unidos el que sería el primer barco propulsado por ruedas que se movían mediante una maquinaria a vapor , una pequeña nave de madera a la que se le denominaría Clermont , por el nombre del lugar al que se dirigió dicho navío en su primer viaje.
Lo cierto es que este navío era llamado así en contadas ocasiones, y habitualmente el mismo Fulton se refería al mismo como el barco de vapor del río Norte .
También recibió el apodo de El monstruo de Fulton , ante la inmensidad y el gran tamaño del navío.
En él, su inventor pudo recorrer nada menos que 240 km del río Hudson para llegar desde Nueva York a Albany (con una parada en Clermont).


Es por tanto ésta la primera embarcación a vapor con éxito comercial en el mundo , y con la que se establecería el primer servicio a vapor que funcionaría de manera regular.
El diseño de este primer buque a vapor, que más tarde se extendería a otras embarcaciones , contaba con ruedas con paletas a ambos lados del casco .
Unos años más tarde, Fulton impulsó el diseño del barco de vapor construyendo más navíos y terminó creando el Demologos , buque que no llegó a conocer una vez terminado y que se convertiría en el primer barco de guerra a vapor . En su honor recibió el nombre de Fulton the First .
Cabe mencionar a modo de curiosidad que el primer ferrocarril abierto al público se inauguró unos años más tarde, en septiembre de 1825. A través de la compañía Stockton y Darlington, contó con la primera locomotora a vapor , que diseñó el inventor inglés George Stephenson .
Los barcos de vapor significaron un notable avance en la historia de la navegación, posibilitando que los navíos no dependieran de la climatología para llevar a cabo sus rutas y que las velas resultaran innecesarias.
Las máquinas de vapor mueven a la hélice o propulsor helicoidal, que se ha impuesto por su robustez y ausencia casi absoluta de averías, debido a su sólida construcción que se emplaza en la popa del barco. Consiste en un núcleo de forma cilíndrica-esférica del que salen unas palas en número variable, de dos a seis, situadas simétricamente a su alrededor. El núcleo lleva un orificio central donde entra el eje propulsor para fijar la hélice; su cara anterior es plana, mientras que la posterior lleva un capacete cónico con el objeto de darle forma hidrodinámica.
La hélice funciona produciendo un impulso al golpear el agua con sus paletas, éste se trasmite al barco haciéndolo deslizarse en un sentido de avance o marcha; si se invierte el giro de la hélice cambia el sentido del empuje, en consecuencia la embarcación retrocede. Según el sentido de giro necesario para producir el impulso, las hélices pueden ser "derechas" o "izquierdas", las primeras para producir la marcha avante del buque, giran en el sentido de las manecillas del reloj, y las segundas tienen que hacerlo en sentido contrario. Todas la hélices que se colocan en el eje central son derechas, cuando los barcos llevan dos o más hélices colocadas en los ejes de babor son izquierdas, mientras que las de los ejes de estribor son derechas.
Para obtener un buen rendimiento de combustible, el número de revoluciones de la hélice debe ser relativamente bajo y depende de la potencia de la máquina propulsora, siendo en general, menor cuanto mayor es esta potencia; no puede sobrepasar un cierto número de revoluciones, porque si gira demasiado rápido puede disminuir el empuje. Para mejorar el rendimiento de una hélice se utilizan varios sistemas. Entre los más comunes está la tobera, que consiste en colocar alrededor de la hélice un anillo que evita la formación de remolinos e incrementa su eficiencia. La hélice se emplea en los remolcadores.
Desde que el de agosto de 1807, el norteamericano Robert Fulton botó el “Clermont”, que navegó por el río Hudson, haciendo un tráfico regular entre Nueva York y Albany, la nueva fórmula propulsora comenzó a ser estudiada y experimentada tanto en Estados Unidos como en Europa, y fue objeto de continuos perfeccionamientos.Se acababa de dar el paso más trascendental de toda la historia de la navegación. Ni siquiera la introducción de la propulsión nuclear ha tenido hasta hoy unos efectos tan grandiosos en la historia naval.
En 1819, el vapor de ruedas “Savannah” cruzó el Atlántico, pero aún quedaba mucho camino por recorrer. Los marinos no veían con buenos ojos aquellas enormes, sucias y ruidosas máquinas que movían las enormes ruedas de palas adosadas a los costados de las naves. Y aducían, con razón, que las ruedas eran demasiado vulnerables al fuego enemigo, las máquinas poco fiables y el vapor una herejía que atentaba contra las tradiciones del mar.
Franceses y británicos fueron los más emprendedores, seguidos del gobierno de Nápoles, que en agosto de botó el vapor “Ferdinando I”. Con una eslora de casi 40 metros y una manga que pasaba de 6, calaba poco más de 2, y poseía una capacidad de carga de 243 toneladas. La máquina tenía una potencia efectiva de 5 HP, pesaba 5 toneladas y desarrollaba una velocidad de 4,5 nudos. El “Ferdinando I” zarpó de Nápoles el de septiembre de rumbo a Livorno, Génova y Marsella: fue la navegación inaugural del primer vapor italiano. La travesía del Atlántico del vapor “Savannah” en 1819 y la navegación de altura entre Gran Bretaña y la India disiparon las dudas en torno a la propulsión a vapor.
Desde el punto de vista militar el vapor presentaba un gran punto débil en sus ruedas de paletas, fácil blanco para el tiro enemigo, así como en la propia máquina, colocada sobre la línea de flotación. Para los buques de guerra se deseaba algo más seguro. La hélice vino a resolver el problema. Experimentada ya por el norteamericano Stevens y el francés Sauvage, fue llevada a nivel operativo por el sueco John Ericsson.
Francia fue el primer país en apreciar las ventajas de la hélice para los buques de guerra, y en se colocó la quilla de la fragata a vapor “Pomone”, de 36 cañones. Dos años después Gran Bretaña respondió con la “Termagant”, fragata a hélice de 24 cañones y 1872 toneladas. Ese año la Royal Navy, tras haber botado otros dos vapores, el “Aboukir”, de 2.627 toneladas, y el “Indefatigable”, de 2.043, poseía las siguientes unidades a vapor: 20 fragatas, 7 guardacostas, 31 corbetas, 15 cañoneros, 40 transportes y 16 buques correo. Francia poseía 86. Las demás armadas disponían de un número de unidades bastante menor, incluso la de Estados Unidos, país que, sin embargo, había dado ya gran difusión al vapor en la navegación fluvial y lacustre.

Fragata de hélice
El SS Archimedes fue un barco de vapor construido en Gran Bretaña en 1839. Fue la primera embarcación a vapor 1 en ser propulsada por una hélice de tipo tornillo.
El
Archimedes
influyó considerablemente en el desarrollo de los barcos, fomentando la adopción de hélices de tornillo por la Marina Real británica y buques comerciales. También influyó directamente en el diseño de otro buque innovador, el SS
Great Britain
del ingeniero Isambard Kingdom Brunel, por aquel entonces el barco más grande del mundo y el primer barco de vapor propulsado por una hélice de tornillo en cruzar el Océano Atlántico.

Diseño y construcción
El Archimedes fue construido en 1838, por Henry Wimshurst en Londres. Según el propio F. P. Smith, el barco fue construido de roble inglés,pero una anotación posterior en el Lloyd's Register indica que una parte de la quilla era de abeto del Báltico. El barco tenía 125 pies de largo,14 22.5 pies de ancho y 237 toneladas de peso muerto. Construido con un diseño de goleta, con un casco de líneas clásicas y un esbelto embudo de rastrillado y mástiles, fue considerado por los contemporáneos como una hermosa embarcación.
Maquinaria
Smith inicialmente tuvo algunas dificultades para encontrar motores adecuados para el barco, ya que la propulsión por hélice presentaba algunos desafíos técnicos desconocidos. Finalmente, la firma de ingeniería J. and G. Rennie aceptó diseñar y suministrar los motores, y los propios dueños fueron persuadidos de que se interesaran económicamente por el barco y su tecnología.
Los dos motores gemelos suministrados tenían cada uno dos cilindros de 37 pulgadas con una carrera de tres pies, lo que proporcionaba una potencia nominal combinada de unos 80 caballos de fuerza y una potencia real de unos 60. Los motores funcionaban a 26 rpm y por medio de engranajes impulsaban la hélice a 140 rpm. 17 Las calderas funcionaban a una presión de 6 psi . Los motores se instalaron a principios de 1839, tras la botadura del barco en octubre de 1838.
El sistema de engranajes planteó algunos problemas técnicos adicionales. Smith conectó los motores a la hélice mediante ruedas dentadas y piñones, el más grande de los cuales estaba fabricado de carpe, una madera blanca tradicionalmente utilizada para engranajes en molinos de viento. La disposición de los engranajes resultó ser muy ruidosa y la popa del barco experimentaba fuertes vibraciones durante su funcionamiento. Smith planeó reducir el ruido mediante el uso de engranajes helicoidales, pero no está claro si esa modificación fue llevada a cabo.
La hélice estaba hecha de una hoja hierro y medía 5 pies con 9 pulgadas de diámetro y aproximadamente 5 pies de largo. Consistía en un tornillo de 360°, de una solo rosca y de una sola vuelta de acuerdo con la patente revisada de Smith en 1836. Tras la entrada en servicio del barco, la hélice experimentaría posteriormente una serie de modificaciones, la más importante de las cuales fue una alteración del formato de doble rosca/media vuelta y una división del tornillo original de 360° en dos hojas separadas. La hélice podía retraerse totalmente para reducir la resistencia cuando el barco estaba navegando a vela, una acción que duraba unos 15 minutos.
Legado
Aunque la adopción de la hélice de tornillo fue una inevitabilidad histórica dada la obra de John Ericsson y otros, el Archimedes aceleró considerablemente la aceptación de esta tecnología. Las pruebas en Dover, llevadas a cabo en abril-mayo de 1840, persuadieron a la Marina Real para que construyera una balandra de guerra de vapor de 900 toneladas, el HMS Rattler , que fue probada desde 1843 a 1845 contra el HMS Alecto , un buque hermano equipado con propulsión a paletas. Como resultado de estos ensayos, la Marina adoptó la hélice de tornillo como su método de propulsión preferido. Para 1855, 174 barcos de la Marina Real habían sido equipados con propulsión por hélice, incluyendo 52 barcos de línea, 23 fragatas, 17 corbetas, 55 balandras y varios barcos más.
Algunos comerciantes también adoptaron rápidamente la propulsión por hélice. En 1840, Wimshurst construyó un segundo buque impulsado por hélice, el buque de 300 toneladas Novelty , el primer buque de carga de propulsión por hélice y el primero en hacer un viaje comercial. En 1841, se construyó en el norte de Inglaterra un pequeño vapor de pasajeros equipado con la hélice patentada de Smith, el Princess Royal , y en 1842 se construyeron en Gran Bretaña varios buques propulsados por hélice, como el Bedlington , construido en South Shields, el Bee , botado en Chatham, y el barco más grande construido hasta esa fecha en Irlanda, el Great Northern , botado en Derry. A partir de ese momento, el número de buques mercantes propulsados por hélice aumentó rápidamente. En el momento en que la Cunard Line construyó el vapor de paletas Persia para el servicio transatlántico en 1856, la propulsión por rueda de paletas ya se estaba convirtiendo en un anacronismo.
Aunque el Archimedes de Smith jugó un papel importante en la introducción de la propulsión por hélice, Smith perdió dinero con el proyecto y se vio obligado a volver a la agricultura. Sin embargo, más tarde sería reconocido por su contribución. En 1855, fue uno de los cinco inventores a los que la Cámara de los Comunes concedió £4 000 por inventar la hélice marina. En 1858, un grupo de patrocinadores organizó una cena testimonial en la que se le obsequió con una bandeja de plata, clarete y un abono con un valor de £2 678. En 1860, Smith fue nombrado conservador del Museo de la Oficina de Patentes de South Kensington, y en 1871 recibió el título de caballero.
En Italia, la primera marina de guerra en poseer buques de vapor fue la napolitana, que en 1843 adquirió en Gran Bretaña el primer vapor, mientras entre 1841 y 1846 fueron construidos en los astilleros de Castellammare di Stabia las fragatas a vapor de 6 cañones y 300 HP “Archimede”, “Ercole”, “Carlos III” y “Sannita”. En astilleros británicos se adquirieron los similares “Ruggiero”, “Tancredo”, “Guiscardo”, “Roberto”, “Stromboli”, y los avisos “María Teresa”, “Peloro” y “Lilibeo”; y en Francia los avisos “Palinuro” y “Miseno”.
La marina sarda adquirió en Londres, en 1843, el aviso”Gulnara” y, en 1847, el “Authion”, al tiempo que se botaban en los astilleros de Foce, de Génova, el aviso “Ichnusa” y las fragatas a vapor “Trípoli” y “Malfatano”. Otras unidades menores entraron en servicio en las marinas pontificia y toscana.
La construcción de buques de hélice se generalizó pronto en las marinas de guerra y, asimismo, se modificaron los buques de vela existentes para dotarlos de máquinas de vapor.

El aviso “Palinuro”

La fragata “Etna”
Las grandes historias tienen una personalidad . Considere contar una gran historia que proporciona personalidad. Escribir una historia con personalidad para clientes potenciales ayudará a hacer una conexión de relación. Esto aparece en pequeñas peculiaridades como opciones de palabras o frases. Escribe desde tu punto de vista, no desde la experiencia de otra persona.
Si intentas escribir con un público amplio y general en mente, tu historia sonará falsa y carecerá de emoción. Nadie estará interesado. Escribe para una persona. Si es genuino para el uno, es genuino para el resto.
Historia
El primer buque de guerra propulsado por hélice fue la batería flotante Demologos, botada en 1815 por la Armada de los Estados Unidos.
Desde la década de 1830, fueron varias las armadas que experimentaron con buques de guerra con máquinas de vapor. Esta primera generación de vapores de guerra eran por lo general vapores de ruedas, las cuales se montaban bien a los lados o en el centro. Estos buques estaban equipados con grandes cañones, montados en una cubierta. Sus principales problemas eran tanto la poca eficacia de la propulsión por ruedas como la vulnerabilidad de estas ante el ataque de los buques enemigos, por lo que fueron rápidamente desechados.
Desde mediados de la década de 1840, comenzaron a construir fragatas similares a las tradicionales propulsadas por hélices. Estos buques conservaban su arboladura, en parte debido a la mentalidad conservadora de las distintas armadas de guerra y en parte para ahorrar carbón, dotándolas por tanto de una mayor autonomía y capacidad de operar independientemente de la distancia a la que estuvieran de un puerto amigo.
Francia y el Reino Unido fueron los dos países que desarrollaron las mayores flotas de fragatas de madera propulsadas por hélice: Reino Unido construyó 28 de estos buques, entre 1840 y 1860, y Francia, en este mismo periodo. Hubo también nueve rusas, otras tantas italianas, siete estadounidenses, seis españolas —llegarían a 13 en 1865—,cuatro prusianas y tres austriacas.
A partir de la década de 1860, los cascos de las fragatas comenzaron a blindarse o a construirse enteramente metálicos, dando lugar a una nueva tipología denominada «fragata blindada» o «fragata acorazada», y aunque siguieron construyéndose fragatas de hélice, el papel principal como buque de guerra pasó a los nuevos buques blindados.
A finales del siglo xix, el término fragata empezó a caer en desuso ante la aparición de los acorazados pre-dreadnought, los cruceros acorazados y cruceros protegidos, pasando desde entonces la mayoría de los buques no blindados, incluidas las fragatas de hélice, a ser redesignados como «cruceros no protegidos».
La única fragata de hélice que ha llegado hasta nuestros días es la danesa Jylland, que se conserva como buque museo en la ciudad danesa de Ebeltoft.

La hélice revoluciona la navegación
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Las primeras máquinas de vapor
La casi identidad entre las máquinas de vapor fijas y las primeras marinas provocó problemas bastante importantes de tamaño y peso; de hecho, dada la escasa compatibilidad de los mecanismos, casi la mitad del espacio disponible en el buque estaba ocupado por la máquina y la caldera.
Las primeras máquinas embarcadas eran del tipo de acción directa, compuestas de dos cilindros verticales, idénticos, colocados lateralmente, con las bielas conectadas directamente al eje de las ruedas. A partir de 1845 comenzaron a ser utilizadas máquinas con cilindros inclinados, que representaron un avance con respecto al funcionamiento, pero no con respecto al peso. En 1848 William Penn perfeccionó la máquina de cilindros oscilantes, que permanecería como típica de los vapores de ruedas.
El empleo de la hélice como propulsor provocó profundas modificaciones en las máquinas marinas.
Mientras en los buques de paletas el eje era transversal a la nave y se instalaba sobre la línea de flotación, en los de hélice el eje iba en dirección de la quilla, instalado en crujía y bajo la línea de flotación. Con las ruedas de paletas, la velocidad de giro podía ser mantenida en veinte revoluciones por minuto, mientras que con la hélice el número de revoluciones aumentó sensiblemente.
En un principio los constructores utilizaron las máquinas usuales de acción directa y cilindros oscilantes, aumentando el número de revoluciones mediante engranajes multiplicadores. Posteriormente se construyeron máquinas de cilindros horizontales, con bielas de retorno y con camisa, que respondieron a las exigencias de las naves a hélice hasta 1850.

Una notable contribución al desarrollo de las máquinas marinas fue la introducción del condensador de superficie, inventado por Daniel Dodd y aplicado a bordo a partir de 1838. Su mayor ventaja era la sustitución del agua dulce por el agua de mar para alimentar la caldera. Las primeras calderas marinas eran del tipo de retorno de llama, de forma paralelepípeda, con hornos internos. Los hornos eran también paralelepípedos, con secciones denominadas tubos de humo, a través de los cuales circulaba el gas de la combustión, que se concentraba en una chimenea y salía al exterior, después de ser refrigerado. Eran generalmente de hierro fundido en los buques mercantes y de cobre en los de guerra, y funcionaban a una presión interna inferior a una atmósfera. El empleo de agua salada en este proceso provocaba numerosos inconvenientes (frecuentes escapes de agua hirviendo por excesiva presencia de cloruro sódico, introducción de agua fría, filtración de agua en los cilindros junto con el vapor); el uso del condensador de superficie eliminó la mayor parte de ellos.

Vista frontal de la máquina de hélice proyectada por Thomson, provista de dos cilindros oblicuos, desarrollaba una potencia de 210 HP

Máquina de hélice proyectada por Mazeline, provista de cilindros opuestos, cada uno de los cuales accionaba una rueda dentada, desarrollaba una potencia de 120 HP
La construcción de calderas de tubos con retorno de llama, ya experimentadas en 1832 por Stevens, comenzó a difundirse en Europa a partir de 1850 y se alcanzaron presiones de 3,5 atmósferas. Sin embargo, especialmente en las marinas de guerra, se prefería, en lugar de aumentar la presión, mejorar la resistencia de la caldera.
Hasta entonces todas las máquinas marinas eran de expansión directa, es decir, el vapor entraba en un cilindro y de este pasaba a un condensador, de manera que cada cilindro actuaba como una máquina independiente. Solo alrededor de 1860 se generalizó el uso de máquinas compuestas (compound), más eficaces, de doble expansión, en las que el vapor penetraba a alta presión en el primer cilindro y de este pasaba a un segundo aún algo mayor, donde se expandía, con mejor aprovechamiento de su energía.
Las primeras máquinas marinas, con alimentación de agua salada, alcanzaban ya hacia 1840 presiones de 0,3 a 1 atmósfera, con un consumo medio de combustible de 3,5 kg por hp/hora. Con el condensador de superficie el consumo se redujo a cerca de 2 kg, al tiempo que la presión subía a 1,8 atmósferas. Cuando comenzaron a ser utilizadas las máquinas de doble expansión y calderas más resistentes, la presión alcanzó el nivel de 5,1 atmósferas y el consumo de carbón descendió a casi 1,30 kg por hp/hora. Al mismo tiempo se redujo el peso y el tamaño de los motores: de 170 kg por hp se pasó a 120, y el ahorro de espacio aumentó la carga útil transportable.
El “Napoleón”
A partir de 1840, las principales marinas del mundo introdujeron en sus escuadras algunas naves a vapor con la misión de auxiliar a las naves mayores. Fue en Francia donde se desarrollaron los estudios que desembocaron en el inicio de la revolución naval que desencadenaría, por dos veces, un hombre genial: Charles Dupuy de Lôme.
A mediados de la década, el capitán de navío francés Labrousse realizó un revolucionario informe en el que pedía que se construyera una nave de batalla dotada de una máquina de 1.000 HP que moviese una hélice, nuevo invento mucho más seguro militarmente que las ruedas de palas. Tal nave debía tener un casco más afinado que un navío de línea tradicional para poder alcanzar una buena velocidad. La propuesta técnica se apoyaba en una tesis operacional según la cual las unidades que integraban una escuadra debían disponer de una velocidad elevada, obtenida mediante la propulsión a vapor, para asegurar el éxito táctico.
Dupuy de Lôme, ingeniero de la marina francesa, que acababa de construir las dos primeras naves francesas con casco de hierro, acogió la propuesta con entusiasmo. Diseñó un gran buque de línea con un motor de 900 HP, capaz de hacerle navegar a 11 nudos y armado con 100 cañones. Su propuesta fue considerada una utopía y el comité naval rechazó el proyecto, y solo la insistencia del príncipe de Joinville, atraído por la tesis de de Lôme, obligó a considerar de nuevo la propuesta y se autorizó finalmente su construcción.

La quilla de la nave fue colocada el 7 de febrero de 1848, pocos días antes del estallido de la revolución que llevaría a la Segunda República. Para celebrar el acontecimiento, la unidad fue bautizada “Vingt-quatre-Février”. La botadura tuvo lugar en Tolón el 15 de mayo de 1850, en pleno clima republicano, y el nombre fue cambiado por el de “Président”. Dispuesto para zarpar en 1852, las pruebas oficiales definitivas tuvieron lugar durante una travesía de tolón a Marsella, en la que se alcanzó una velocidad máxima media de 13,5 nudos. Poco después de su entrada en servicio, el mismo emperador Napoleón III le impuso el nuevo nombre de “Napoleón”.

El buque tenía 71,76 metros de eslora, 17,15 metros de manga, un puntal de 13,04 metros y 5,24 metros de calado. La nave desplazaba 5.047 toneladas, de las que 550 correspondían a la planta motriz y 927 al carbón. Poseía un velamen completo que permitía desplegar a todo trapo 2.852 m² de superficie.
El armamento original estaba constituido por 90 cañones, dispuestos de la siguiente forma: sobre el primer puente, 4 cañones-obuses de 80 libras (220 mm) y 32 de 30 (160 mm); sobre el segundo puente, 4 obuses de 80 y 32 de 30. En 1858 el armamento experimentó una primera modificación: se instalaron 88 piezas, repartidas en 4 obuses de 80 y 30 cañones de 30 sobre el primer puente, 4 obuses y 28 cañones en la segunda batería, 20 cañones-obuses de 30 y 2 cañones rayados de 30 en cubierta. En 1862, el armamento fue aumento a 90 piezas, todas ellas de nuevo tipo: 36 cañones rayados de 30 en la primera batería, 34 de 30 en la segunda y 20 cañones-obuses de 30 en cubierta.
La planta motriz del “Napoleón” fue construida por la empresa Indret. La máquina, de dos cilindros horizontales con biela de retorno, movía el árbol de la hélice, que era de cuatro palas y tenía un diámetro de 5,80 metros. Las calderas eran ocho, repartidas en dos grupos de cuatro, y evacuaban humos a través de dos chimeneas telescópicas que sobresalían del puente de cubierta. La presión de ejercicio era ligeramente inferior a una atmósfera, y la velocidad máxima de crucero, de 11 nudos. El “Napoleón” se destacó siempre por ser nave muy marinera y discretamente maniobrera, aunque a vela y con viento flojo era bastante lenta de abarloar.
Entre 1850 y 1853, es decir, entre la botadura y la entrada en servicio del “Napoleón”, la marina francesa puso las quillas de otros cinco buques similares: “Algeciras”, “Arcole”, “Impérial”, “Redoutable” e “Intrépide”, que constituyeron la primera escuadra de vapores de gran velocidad.

Francia se convirtió de esta forma en la nación con realizaciones más avanzadas en este sector. La Carrera del “Napoleón” no fue demasiado larga: tuvo su momento de máxima fama durante la campaña de Crimea. El 21 de diciembre de 1863 pasó a la reserva en Cherburgo, fue desartillado en Brest el 26 de abril de 1872, dado de baja el 6 de noviembre de 1876, siendo utilizado en 1880 como pontón en el arsenal de Brest. Dos años después fue desguazado.
