Tradiciones Navales y Marineras

Tradiciones A BORDO

Salva de 21 Cañonazos

Está costumbre también es conocida como “Salva”.  El origen de las 21 salvas de cañón data del siglo XIV, cuando los cañones sólo podían dispararse una vez; el modo que tenían los soldados para demostrar sus intenciones pacíficas era poniendo sus armas en una posición no hostil, o sea, dejar las armas sin posibilidad de ser disparadas o usadas para el ataque, por lo que el saludo se hacía disparando 7 cañones de una vez. Luego, con el advenimiento de las baterías terrestres que podían disparar tres tiros, el saludo pasó a ser de 3 por cañones de tierra por cada 1 del navío,  haciéndose tronar tres veces consecutivas los siete cañones. 

Los que eran contestados desde tierra a razón de tres por uno, es decir veintiuno, pues en esos días la calidad de la pólvora a base de nitrato de sodio era más difícil de mantener a bordo que en tierra. Al pasar el tiempo y mejorar la calidad de las pólvoras y de las santabárbaras, se igualó el número de cañonazos entre el buque y tierra.

En muchas Armadas este número de 21 cañonazos como saludo corresponde al Presidente de la República, como Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, así como también al arribar y zarpar de puertos extranjeros reconocidos como "plaza de saludo", también al afirmarse el pabellón de un buque y cuando éste arriba por primera vez a puerto argentino.

Cabe aclarar que es nuestra norma efectuar este saludo sólo cuando se encuentra el Pabellón izado y que, mientras duran las salvas, el personal efectúa el saludo militar, y en navegación, de ser posible, se cubre el rol de honores.

Disparo de Salvas a la recepción en puerto de veleros en visita oficial

 
 

El momento del encuentro: BE “Esmeralda” y BE "Juan Sebastián De Elcano"

Según los antecedentes históricos, comprobamos que ya Cristóbal Colón, en sus navíos, utilizaba las salvas de cañón como forma de saludo, y hasta llegó a dar salva real en el momento de las citadas salutaciones. Las embarcaciones que navegaban en las épocas en que la piratería abundaba lo hacían con su artillería cargada en batería, previendo así la defensa ante un eventual pirata. 

Al llegar a los puertos de reabastecimiento o destino, las autoridades locales no veían con agrado que las embarcaciones fondeadas en sus aguas estuviesen con sus cañones listos para el combate. Exigían que fuesen descargados en las inmediaciones de tos accesos a los puertos, pudiendo, así tener la certeza de que entraban en el puerto sin posibilidad de atacar la plaza. 

Los capitanes atendieron ese pedido, y las descargas eran oídas antes de su ingreso en el puerto. En contrapartida, solicitaron que las baterías de tierra también fuesen descargadas luego sus salvas, como testimonio de recibimiento y confianza, en relación al recién llegado. Aceptadas estas condiciones por las dos partes, se escuchaban las salvas de bordo y, luego, a seguir, las de tierra. 

Con el correr del tiempo, superados esos extremos de precaución en vista de las nuevas armas, con sus alcances y técnicas variados, esas descargas se transformaron en tradición que los hombres del mar trataron de reglamentar como forma de salutación. La salutación a los navíos que ostentaban el pabellón británico se inició cuando las aguas comprendidas entre la costa de Noruega y el Cabo Finesterra eran llamados Mares Británicos. 

Es conocido el hecho de que, antes de los normandos, las embarcaciones extranjeras arriaban sus velas en éstas aguas, en señal de acatamiento a la soberanía británica. Esta señal de respeto equivalía a rendir la embarcación durante el tiempo que duraban las honras. Como al arriar las vetas la embarcación perdía velocidad y las cubiertas quedaban embarazadas por las mismas y por el aparejo, lo que recibía la salutación no podía temer un ataque. 

De tal costumbre provienen las ceremonias de los remos en alto, levar remos, parar las máquinas o hacer con que las velas queden paneando cuando las embarcaciones menores prestan honras. 

Según una antigua superstición, el número de cañones debe ser impar. La explicación para esto está en la publicación "Diálogos", de Boteler, donde el comandante de una embarcación cuenta que: "El número impar debe observarse siempre en las salvas de cañón porque, cuando esto no ha ocurrido, el comandante, el segundo comandante o el artillero jefe mueren en el viaje siguiente."  Numero Deus impare gaudet Dios gusta de número impar. Referencia de Virgílio a las propiedades místicas atribuidas a los números impares. 

Existía la costumbre de hacer salvas cuando en banquetes a bordo se brindaban a los altos jefes. Por esta razón, Sir William Monsón, en sus tratados navales, escritos en 1600, dice: "El número excesivo de banquetes a bordo acarrea gran consumo de pólvora, pues los oficiales, cuyo cerebros se calientan con el vino, también calientan su artillería en forma ostentosa y sin tomar precauciones, lo que a veces, se torna peligroso". (Hay que llevarse en cuenta que las salvas eran hechas con los cañones cargados con proyectiles).

Monsón era hombre muy práctico y cuando fue comandante, ordenó que las salvas de los banquetes se hiciesen con mosquetes. Para aprovechar estas salvas como ejercicios, hacía con que se tirase contra una silueta-blanco. En la Armada Turca, por ejemplo, la costumbre de dar salvas con proyectiles se conservó hasta 1910. Cuando Inglaterra mantenía el orgulloso titulo de Reina de los Mares, era costumbre que los reyes de naciones extranjeras saludasen al pabellón británico en el mar y, muy especialmente, en el Canal de la Mancha, ya que, durante muchos años después del reinado de Eduardo, Inglaterra seguía manteniendo sus pretensiones a ambas costas del canal. 

De hecho, el Rey Juan tenía el título de Duque de Normandía. El Rey Felipe II de España fue obligado a saludar con cañones al pabellón británico, cuando visitó a la Reina María, en 1554. Lo mismo ocurrió con el rey de Dinamarca, al retribuir, en Londres, una visita oficial de Jaime I. En otras ocasiones, embajadores y comandantes fueron llevados a juzgamiento, en el Tribunal del Almirantado, por no seguir las reglas de las salvas. 

Los gritos de "Viva el rey!" y el número de vivas fueron fijados en el siglo XVIII. La exigencia del saludo llegó a motivar cruentos combates. Tradiciones y Costumbres Marineras Pág. 10 En el siglo XVI eran tantas las salutaciones por ocasión de las festividades, que Felipe II las redujo sustancialmente. Hubo, sin embargo, el caso de Don García de Toledo y Bazán al mandar ejecutar, pagando, de su peculio, la pólvora y diciendo que lo hacía "para mayor honra del rey y mía". 

Todas tas formas de salutaciones tienen su origen en la época en que la nave mostraba que se estaba desarmando, y a disposición de quien las recibía. De esto provienen formas de salutaciones, tales como llevar la punta de la espada hasta el la cubierta, presentar armas, disparar salvas de cañón, arriar las velas, bracear las vergas, descubrirse, levar remos, etc. 

El uso tomó internacional la práctica de responder cañonazo por cañonazo los saludos, como muestra de igualdad entre las naciones. En los primeros años, el saludo nacional británico era de siete cañonazos. Aquí se ve, una vez más, el significado cabalístico del número siete, que tenía cuña mística. De allí la Astronomía haya dado nombre a los otros siete planetas hasta entonces conocidos: Mercurio, Venus, Marte, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. 

 
 

Encuentro entre el Juan Sebastián Elcano y la aviación chilena.

Encuentro entre el Juan Sebastián Elcano y la aviación chilena.

La Luna muda cada siete días. Cada séptimo año es un año sabático, y el penúltimo año sabático es año de júbilo. La semana tiene siete días. Siete son las notas musicales y siete, los colores del arco iris, siete cabrillas, siete son las maravillas del mundo y en fin hay infinidad de otros siete. Aunque los reglamentos del ceremonial establecen que el número máximo de salvas que una embarcación británica podía hacer dar fuese siete, se autorizaban a los fuertes a disparar tres cañones para cada uno que hiciese fuego en los navíos, la respuesta a las siete, con lo que totalizaban 21 disparos en respuesta. 

La pólvora de nitrato de sodio, entonces usada, era mucho más fácil de conservarse en tierra que a bordo (por ello 3x1). Posteriormente, al mejorar la calidad de las pólvoras con el uso de nitrato de potasio, la salutación de los navíos se tornó igual a la de los fuertes, esto es, 21 cañonazos, como la más alta honra nacional. Durante algunos años los países monárquicos pedían más que las repúblicas, pero luego se igualaron las honras. 

Existía un grado de confusión en lo que decía respecto al ceremonial marítimo por tas distintas costumbres de los diversos países, hasta que finalmente Inglaterra propuso a los Estados Unidos adoptar el saludo de 21 cañonazos como máximo, y que se respondiese siempre salva por salva. Esta convención fue adoptada en los Estados Unidos en 1875.

POSTURAS DE CONTINENCIA. 

Disparar los cañones no era la única demostración de quedar el navío imposibilitado de combatir y, en consecuencia, de respetar a quien fuese saludado. Los grandes navíos mostraban a la embarcación avistada que no tenían intenciones bélicas, haciendo subir toda la tripulación a los mástiles y vergas. De esa manera, con los marineros a la vista, no tenían posibilidad de guarnecer los cañones. 

De esa forma, distribuir las guarniciones por los mástiles en las actuales embarcaciones a vela es manera de prestar honras. En las embarcaciones de guerra, distribuir la tripulación por los conveses, reductos, etc., es también demostración de que los tripulantes no están ocupando puestos de combate, siendo por tanto, expresión de respeto y consideración.

Saludos en las diferentes cubiertas de las embarcaciones

Saludos en la cubierta